Un verso, una estación. Superarlo
es lo que se necesita. Del andén,
desde el mundo alado al subterráneo
las paredes se alargan, en los prados
grises en que nada, es solo una ruta
triste que va rápido hacia el campo
de estrellas en forma de tubo que hubo en él,
rotas y llenas de encanto, sellando
que las cosas terminan, no vas en el metro,
son luces, son llantos, solo eres un túnel
que estira el lamento y que grita
porque lo miran y miran,
durante sueños de tonta especulación;
porque ellos se fueron lejos…
En calles que son diluvios, hojas
caían cuando gritaban, todas
las alarmas gritaban… Nueve minutos.
El grito frente a mi asombro
tomaba sensación,
quebraba prontamente
la ilusión, gritaba su desconsuelo inerte,
impotente esencia de destrucción.
Ríe la gente decente.
Angustia cansancio sobre verdades:
en la torre no había ningún túnel
3 comentarios:
Puta que la llevai con este poema weón... ta más bueno que la chucha. Un clásico, por lo demás.
que capo!
vos sabes cuanto se quiere este poema,
se echaba de menos del dolor a la providencia
un símbolo weón
un emblema.
Amén.
Un abrazo, hermano
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